Me despierto en la bruma del alba,
con el alma enredada en su ayer,
busco el café que mi pulso embalsama,
pero su ausencia me vuelve a romper.
Me escondo en noticias sin alma,
en palabras que nada me dan,
quisiera perderme en su calma,
pero su eco no quiere llegar.
Las horas transcurren calladas,
y espero su voz en el sol,
mas llega la tarde apagada,
y el viento me canta su adiós.
Al fin en la noche la escucho,
y mi pecho estalla de amor,
pero su tono es tan frío y tan puro,
que hiela mis sueños de ardor.
Su risa no llega a mis labios,
sus besos son solo un ayer,
me abraza el vacío despacio,
me ahoga su forma de ser.
Regreso a la cama sombría,
sin luz, sin calor, sin su piel,
su amor es un eco, un hastío,
un invierno imposible de arder.