En un lugar distante nos encontramos,
un saludo de miedo y nos abrazamos.
Tu sonrisa divina y yo temblando,
por fin me acercaba a ti, como había esperado.
Las horas siguieron, las risas estuvieron,
tus manos busqué, mis latidos vencieron.
Mis ojos en ti, sin pausa, sin prisa,
y tú, tan radiante, mi dulce sonrisa.
La música ardía, tu risa danzaba,
Sabina cantaba, la vida callaba:
“Quién me ha robado el mes de abril?”
yo me preguntaba, al verte reír.
Estuve tan cerca, estuve tan lejos,
como un verso que busca su espejo.
Y mientras soñaba contigo a mi lado,
el alba anunciaba lo ya terminado.
Dos almas errantes, dos rumbos distintos,
dos trenes que parten y no son los mismos.
Tú con tu viaje, yo con mi empeño,
de verte de nuevo, de hacerte mi sueño.
Aún cierro los ojos y vuelvo a esa escena,
donde tu risa la noche envenena.
Te pienso en la brisa, te veo en el cielo,
sigues brillando, fulgor de un anhelo.
Si el destino es justo y el tiempo es testigo,
quizás en un cruce, quizás en un giro,
volveré a encontrarte, a perderme en tu risa,
y robarle a la vida la noche infinita.