Mi amor no es susurro, es un grito en la brisa,
se esparce en la piel como aroma de fuego.
Es carne que tiembla, es pulso sin prisa,
es sangre que canta sin miedo ni ruego.
Se cuela en tus labios, sabor de tormenta,
un vino ardoroso que quema y desvela.
Se hunde en tu pecho, latido que cuenta
historias de luna con eco en la estela.
Mis dedos te buscan, sedientos de olvido,
desatan el nudo del tiempo y su prisa.
Mi piel es un mapa de rutas sin ruido,
senderos que arden en sombra sumisa.
Tus ojos me envuelven en mares dorados,
mi voz se disuelve en tu aliento callado.
Me pierdo en el tacto de besos sagrados,
mi piel se hace himno en tu pecho tatuado.
Desátame, toma mi amor sin cadenas,
deslíalo lento, que viva y estalle.
Que sea tormenta, que sea centella,
mas nunca ceniza que el viento se lleve.
